El éxito de Canadá con la inmigración está haciendo que otros países sigan nuestro ejemplo. Los países europeos en especial están teniendo dificultades para lidiar con la inmigración, con intensos debates sobre el tema llegando a los titulares. Por ende, no es sorprendente que se pregunten cómo Canadá, con sus políticas de inmigración relativamente liberales, ha logrado navegar tan bien el campo minado que es la inmigración. Esto es lo que el presidente alemán, Joachim Gauck también quería saber cuando asistió a la mesa redonda sobre inmigración en Toronto en setiembre de este año.
La diferencia entre el enfoque canadiense y europeo está en cómo se percibe la inmigración en cada caso. En Canadá, los inmigrantes son tratados tradicionalmente como «futuros ciudadanos» mientras que en Europa, la inmigración es tratada frecuentemente como un «problema» con los inmigrantes siendo parte del problema.
Durante años, Canadá ha estado ofreciendo un camino rápido y simple a los inmigrantes para obtener la ciudadanía y la futura ciudadanía es inherente en la filosofía y política migratoria del país. Si los recién llegados son tratados como «futuros ciudadanos», no existe discriminación cuando se trata de proporcionarles acceso a los servicios sociales como escuelas y hospitales. Los niños inmigrantes pueden ir a los mismos colegios que los demás, donde son tratados como canadienses y no como «extranjeros». Esto es posible únicamente debido a que la idea que los inmigrantes son futuros ciudadanos está tan absorbida en la mente de todo el mundo.
Con esta mentalidad, Canadá invierte en sus inmigrantes desde el comienzo. De hecho, los servicios policiales y las juntas escolares siguen una política de «no preguntes no me digas» para que los no canadienses reciban sus servicios sin prejuicios.
Sin embargo, lo que ha sido el mantra de Canadá para el éxito con la inmigración está actualmente en riesgo debido a las políticas de inmigración del gobierno actual, una de las cuales es aumentar los requerimientos mínimos para la residencia de tres a cuatro años para poder calificar a la ciudadanía. Y una ley incluso más restrictiva que limitará el acceso de los refugiados a los servicios sociales va a dañar más aún este espíritu canadiense liberal.
Si se aprueba la nueva ley, básicamente levantara la prohibición de los requerimientos mínimos de residencia para los recién llegados para poder acceder a la asistencia social. Esta prohibición aseguraba que todas las personas que viven en Canadá, independientemente de la duración de su residencia, obtuvieran acceso a asistencia social. El gobierno ha justificado esta ley diciendo que no permitirá que la gente «se aproveche injustamente de su generosidad».
Las estadísticas muestran que cada año se aceptan 40% – 45% de los solicitantes de refugio. Los activistas de inmigración dicen que mientras se deciden sus solicitudes, los refugiados merecen ser tratados humanamente en el mismo espíritu canadiense que trata a todos como «futuros ciudadanos». Sólo el 2013 se recibieron 10,000 aplicaciones, que en esencia significa que todos esos son posibles futuros canadienses, cuya primera experiencia con el país no debería ser una mala experiencia debido a esas políticas. Eso de verdad socavaría la esencia de lo que construyó Canadá.
Fuente: The Star